Tener pendientes en esta vida es casi inevitable... Pero lo que sí podemos lograr es hacer que sean menos. ¿Cómo? ¡Resolviéndolos lo más pronto posible!
Pareciera que los pendientes tuvieran vida propia y cada día, sin pedirnos permiso, se levantaran por la mañana y nos dijeran: "Aquí estamos".
Tener pendientes que resolver, ya sean laborales, escolares, familiares, incluso con un@ mism@, es como cargar un lastre que va magnificando su peso conforme pasan los días sin darle fin al asunto. Lastres que nos agotan mentalmente, porque, aunque nos queramos autoengañar, no podemos quitárnoslos de la mente.
Quizá durante el día, entre cosa y cosa que hacer, quede olvidado. Pero es un olvido superficial, provocado por asuntos más emergentes en nuestra memoria. Pero basta un rato a solas, o irnos a la cama a dormir, para que aparezcan revoloteando.
Los pendientes sin resolver también merman nuestras energías y nuestra autoestima. ¿Te has sorprendido regañándote por no hacer "eso" que hace tiempo ya debías haber terminado? Una salida familiar, un proyecto, una tesis, una visita, un regalo... hasta incluso revisar y depurar tu bandeja de correo electrónico.
Por eso no esperes más y ¡ve a resolver eso que no te deja en paz!
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